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Regreso

¡Al rescate! Diplomáticos polacos que ayudaron a la población judía durante la Segunda Guerra Mundial

22.03.2022

Texto de Mark Pernal

Grupo de Lados

Una época de retos sin precedentes

 La Segunda Guerra Mundial supuso una amenaza mortal para millones de personas, cuestionó los valores de la civilización moderna, socavó las tradiciones y los lazos sociales y destruyó irremediablemente bienes culturales de valor incalculable. Entre las tragedias que trajo, una ocupa un lugar especial. El drama del pueblo judío, condenado al exterminio por los ideólogos del fascismo alemán, no se puede comparar con la situación de ninguna otra comunidad en la Europa ocupada. Las persecuciones antijudías, que aparecieron en Alemania a mediados de la década de 1930, se convirtieron, tras el estallido de la guerra, en una práctica presente en todos los países ocupados o dominados por el Tercer Reich. La situación en la Polonia ocupada por los alemanes era especialmente trágica. Antes de 1939, vivían allí tres millones y medio de judíos, lo que constituía la mayor comunidad judía de Europa y la segunda del mundo después de la de Estados Unidos. En suelo polaco, el genocidio nazi se convirtió en una auténtica industria de la muerte en forma de los mayores campos de concentración y exterminio alemanes. Tras el estallido de la guerra, los judíos de los territorios ocupados por el Tercer Reich fueron privados de sus derechos civiles y cívicos, discriminados y confinados en guetos donde estaban expuestos a  la muerte a  diario. A  partir de 1941 fueron objeto de un exterminio sistemático, que en 1942 pasó a formar parte del plan nazi de exterminio total. En 1945, unos tres millones de ciudadanos polacos de origen judío habían perdido la vida en campos y guetos alemanes. Desde los primeros días de la guerra, los ciudadanos polacos que consiguieron escapar al extranjero recibieron la misma asistencia de los servicios consulares polacos, independientemente de su origen. Las misiones diplomáticas polacas les entregaron documentos de identidad y les dieron ayuda organizativa, material y financiera. Con el paso del tiempo y la intensificación de las represiones antijudías, la cuestión de la ayuda a los judíos amenazados de exterminio adquirió una importancia excepcional para muchas misiones polacas.

Modus operandi

En 1940, empezó a circular la información de que los judíos que vivían en la Polonia ocupada y  tenían la ciudadanía de países neutrales podían esperar un mejor trato por parte de los alemanes. Durante un tiempo, estas personas fueron eximidas de ciertas restricciones, como por ejemplo llevar brazaletes con la estrella de David o realizar trabajos obligatorios. También se habló de la posibilidad de viajar a Brasil, Chile y Shanghái para quienes tuvieran pasaportes que acreditaran alguna otra ciudadanía. En Varsovia y Cracovia se abrieron oficinas dedicadas a la comunicación con los familiares extranjeros de quienes deseaban salir del país. Los familiares que vivían en el extranjero, no sin dificultad, compraban los pasaportes por su cuenta y los enviaban a Polonia. En 1942, Ryniewicz y  Rokicki se dirigieron a  Silberschein con la propuesta de emprender actuaciones que permitieran utilizar pasaportes de países latinoamericanos para ayudar a gente en la Polonia ocupada y también en los Países Bajos y otros países ocupados por los alemanes. El proyecto de involucrar a  la legación en esta operación fue aprobado por Alexander Ładoś, quien diplomáticamente renunció a pedir permiso al gobierno de Londres.

La operación consistía en expedir a los judíos pasaportes falsos que certificaban ciudadanía extranjera. Ryniewicz, Rokicki y Kühl se ocupaban de obtener los pasaportes de los cónsules honorarios de los países latinoamericanos en Suiza. Inicialmente, el principal proveedor era el cónsul de Paraguay, Rudolf Hügli, que proporcionaba a Kühl formularios en blanco a cambio de dinero. Los formularios fueron rellenados por Rokicki con los datos personales y las fotografías facilitadas por Silberschein y Eiss. Hügli firmaba y sellaba los pasaportes cumplimentados. Silberschein enviaba fotocopias de estos documentos por correo a  una determinada dirección en Polonia. Por cada pasaporte, Hügli recibía entre 500 y 2000 francos suizos (a modo de referencia, el salario mensual del jefe de la legación polaca eran 1800 francos). También se prepararon y enviaron certificados que confirmaban la ciudadanía paraguaya de muchas personas sin expedir el pasaporte como tal.

Los cónsules de Honduras, Haití, El Salvador o Perú adoptaron un método diferente y se encargaron de rellenar ellos mismos los documentos con los datos facilitados por Silberschein. La embajada polaca fue informada de estas operaciones. Los titulares de los pasaportes podían contar con que los alemanes no los deportarían a los campos de concentración, sino que los llevarían, como extranjeros, a los campos de internamiento.

Una de las primeras operaciones exitosas de envío de pasaportes falsos tuvo lugar en el otoño de 1941. Gracias a la ciudadanía paraguaya «obtenida» de este modo, un grupo de judíos recluidos en los campos en Polonia fue trasladado a campos en Baviera y Francia a principios de 1943. Algunos de ellos llegaron a ser canjeados por prisioneros de guerra alemanes capturados por los aliados. La acción de fabricar pasaportes cobró especial importancia después de mayo de 1943, cuando fue aplastado el levantamiento en el gueto de Varsovia. Heinrich Himmler dio entonces la orden de liquidar todos los guetos de Polonia y acelerar el exterminio de los judíos. Lamentablemente, muchos de los documentos confeccionados en Berna no llegaron a tiempo. Incluso después de la liquidación del gueto de Varsovia, siguieron llegando cartas de Suiza con documentos de personas que habían muerto durante el levantamiento o habían sido deportadas a Treblinka.

A finales de 1943, la acción empezó a reducirse. La causa fue el repentino fallecimiento de Chaim Eiss y la consiguiente falta de acceso a los datos personales de los posibles destinatarios, así como la actuación de las autoridades sudamericanas que, alertadas por Berlín, cerraron varios de sus consulados en Suiza o retiraron los poderes a sus cónsules. Los alemanes empezaron también a verificar la autenticidad de los documentos. Después de que se cuestionara la autenticidad de sus pasaportes en la primavera de 1944, los judíos recluidos en campos de internamiento fueron trasladados a Auschwitz y Bergen-Belsen. Después de que fueran descubiertos los documentos falsificados, Ładoś pidió en varias ocasiones al Ministerio de Asuntos Exteriores polaco que interviniera ante los gobiernos sudamericanos para que reconocieran la validez de los pasaportes y protegieran a sus «ciudadanos» de la deportación. Estos esfuerzos fueron apoyados por la diplomacia estadounidense y de la Santa Sede, pero con escasos resultados. Las autoridades de Chile y Paraguay reconocieron la validez de los pasaportes, pero los alemanes ya habían deportado a sus titulares a campos de concentración. Aquellos que fueron enviados a Auschwitz murieron. Pero en Bergen-Belsen, poco antes de que el campo fuera liberado, al parecer todavía había más de 1100 titulares de los pasaportes proporcionados por el «grupo de Ładoś». El balance exacto de la operación de rescate emprendida por los diplomáticos polacos en Berna sigue siendo desconocido. Sobre la base de diversas fuentes, se pueden hacer diferentes estimaciones. En cada uno de los al menos 1056 pasaportes paraguayos que fueron caligrafiados por la mano del cónsul Rokicki figuraban los nombres de un promedio de dos personas. Por tanto, los documentos protegerían al menos a 2100 personas. Además, se confeccionaron certificados de ciudadanía paraguaya para varios miles de judíos, sin entregarles sus pasaportes. Según el informe de Silberschein de enero de 1944, con las actividades del «grupo de Berna» se logró salvar de la deportación a los campos de exterminio alemanes a unos 10 000 judíos. Según los datos conocidos a fecha de octubre de 2019, en la lista de personas que recibieron pasaportes o certificados de ciudadanía del «grupo de Ładoś» hay 2987 apellidos. Además, en esas listas se recogen también 275 familiares no identificados de los titulares de esos documentos. Es probable que aún sigan sin conocerse los nombres de entre 5000 y 7000 titulares de pasaportes falsificados. ¿A cuántos judíos les salvaron la vida los documentos expedidos en Suiza? Teniendo en cuenta el número de destinatarios desconocidos de los documentos falsificados, el número total de judíos que fueron salvados del exterminio gracias a la actuación de los diplomáticos polacos puede ascender a 2000.

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