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Regreso

Artículo del Ministro de Relaciones Exteriores de Polonia Zbigniew Rau

22.08.2022

con ocasión del Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o las Creencias, que se celebra anualmente el 22 de agosto.

religia

Desde el 24 de febrero de 2022, cuando la Federación de Rusia emprendió una agresión injustificada y no provocada contra Ucrania, todos los días se presentan ante nuestros ojos escenas trágicas de daño, dolor y sufrimiento para cientos de miles de ucranianos. El drama del exilio de millones de civiles, principalmente mujeres y niños, y la enorme dimensión de las pérdidas y la destrucción de la guerra, nos recuerdan los momentos más oscuros de la historia más reciente de Europa y del mundo.

La agresión rusa lleva consigo una destrucción inconmensurable. Las operaciones militares se llevan a cabo con plena premeditación en contra de objetivos no militares, que incluyen sitios del patrimonio cultural de Ucrania y lugares de culto religioso. Uno de los símbolos de estos actos de barbarie son los edificios en llamas de Sviatohirsk Lavra en el óblast de Donetsk, en el este de Ucrania. Este lugar es de suma importancia para la Iglesia Ortodoxa. Los primeros registros de la existencia de Lavra datan del siglo XVII. Después de iniciarse la invasión rusa, Lavra se convirtió en un lugar de refugio para civiles, incluidos peregrinos y clérigos, ancianos, personas con discapacidades y niños. Esto no impidió que las tropas rusas atacaran brutalmente el complejo sagrado. Como resultado del ataque, varios edificios del monasterio fueron destruidos. La ermita de Todos los Santos, el templo de madera más grande de Ucrania de principios del siglo XX, fue arrasada completamente por las llamas.

Sviatohirsk Lavra es una de las muchas representaciones conmovedoras de los esfuerzos rusos dirigidos a destruir los lugares de culto de Ucrania. También fueron objetivos de los ataques las iglesias ortodoxas de Mariupol y de las cercanías de Kiev, como el centro de la cultura islámica en Severodonetsk. Una suerte similar corrieron cementerios y lugares de memoria, los de la Segunda Guerra Mundial incluidos, que son devastados y profanados. La brutal destrucción de los lugares afines a la identidad, también religiosa, la sufren los ucranianos, independientemente de su religión u origen.

Debemos ser conscientes de que la represión rusa contra los representantes de las minorías religiosas en Ucrania comenzó mucho antes de la invasión actual. Después de la anexión ilegal de Crimea por parte de la Federación de Rusia en 2014, por la discriminación religiosa se vieron particularmente afectados los tártaros nativos de Crimea allí residentes. Sus derechos y libertades han sido sistemáticamente quebrantados por las autoridades de ocupación rusas. Se presentan detenciones, privación del derecho al debido proceso o el encarcelamiento por motivos políticos o como consecuencia de acusaciones de un presunto extremismo o terrorismo en razón a la pertenencia étnica y religiosa tártara. Las organizaciones tártaras, como el gobierno local de los Majlis, fueron prohibidas y sus miembros reprimidos. La persecución y el acoso también afectan a los representantes de otras minorías religiosas en la Crimea ocupada, como los Testigos de Jehová y los fieles de iglesias protestantes.

La persecución religiosa está constantemente presente en varias regiones del mundo, donde los conflictos son alimentados por el fundamentalismo religioso y el odio étnico. A menudo se presentan actos de violencia manifiesta, como el sangriento ataque a la iglesia católica de San Francisco Javier en Owo, al suroeste de Nigeria, donde unas 40 personas murieron el 5 de junio de este año, el Domingo de Pentecostés. En otras ocasiones, se trata de un problema de persecución sistémica de grupos religiosos enteros, como tiene lugar en Afganistán, gobernado por los talibanes, o contra la comunidad yazidi que sufre la violencia a manos de terroristas islamistas en Irak.

La libertad de religión o de creencias es un derecho humano fundamental. Su núcleo es la libertad de profesar una religión por elección propia, cambiar de religión o no profesar ninguna religión, y el derecho a manifestar los propios puntos de vista religiosos. Es un derecho universal de todos y es inalienable: nadie puede ser obligado a aceptar o abandonar una determinada creencia religiosa. Nadie debe ser discriminado por motivo de sus creencias.

La promoción de la libertad de religión o creencias es uno de los importantes objetivos de la política exterior polaca en el campo de los derechos humanos. Por iniciativa polaca, la Asamblea General de la ONU estableció en 2019, el Día Internacional de conmemoración de las víctimas de actos de violencia basados en la religión o las creencias, que se celebra anualmente el 22 de agosto.

Los socios de Polonia en la implementación de esta iniciativa son países para los que abogar por la libertad religiosa es un asunto prioritario. Gran Bretaña es uno de los estados con los que cooperamos más estrechamente en este campo. Precisamente nuestros países, junto con los Estados Unidos de América, acogieron las conferencias internacionales en pro de la libertad de religión o creencias, celebradas cada año desde 2019: encuentros mundiales de representantes gubernamentales, miembros de la sociedad civil y líderes de diferentes religiones.

Nosotros, los polacos, somos particularmente sensibles a estos asuntos. Recordamos la Segunda Guerra Mundial y lo sucedido en nuestras tierras. Queremos que el mundo aprenda de sus errores y que este tipo de tragedias no se repitan. Creo que gracias a los esfuerzos conjuntos, tanto a nivel local como en los foros internacionales, lograremos nuestro objetivo y nunca volveremos a ver imágenes como la de Sviatohirsk Lavra en llamas.

Zbigniew Rau

Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Polonia

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