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Regreso

Artículo del Presidente Andrzej Duda "Europa Central como una comunidad de aspiraciones"

08.02.2021

Está iniciando una nueva década del siglo XXI. Una década de incertidumbre, especialmente como resultado de la pandemia global y sus consecuencias económicas, pero también de esperanza. Una década de oportunidades para la reconstrucción de la civilización y la economía, para crear un mundo mejor que el existente hasta ahora, más justo, más verde y respetuoso de los principios del desarrollo sostenible. De cara al futuro, buscamos áreas que sean centros de cambios dinámicos y positivos. Estoy seguro de que Europa Central pertenecerá a esos lugares a escala europea y mundial.

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Europa Central o Europa Centro-Oriental (estos términos a menudo se usan indistintamente) es una entidad regional significativa y una comunidad de destino común con una dimensión geográfica, política y económica, como ideológica y cultural. Con respecto a su ubicación en el mapa, se ve como el área entre los mares Báltico, Adriático y Negro o (aunque esto sea demasiado simplista) entre Alemania y Rusia. Sin embargo, y sobre todo, somos un círculo común de memoria. Hemos participado en experiencias históricas similares, especialmente en el dramático siglo XX. Sufrimos el mal de dos totalitarismos, el pardo y el rojo, que nos asfixiaron y persiguieron. Pero también tenemos magníficas y gloriosas experiencias de siglos pasados. Del período entre los siglos XV y XVII, de la era conocida como la “Europa de la Dinastía Jagellónica”, y después la Mancomunidad de Muchas Naciones, cuando fue posible crear en gran parte de esta área una unión política voluntaria - precursora de la actual Unión Europea – que constituyó una casa amigable para numerosas culturas y religiones, regida por los principios de legalidad, el parlamentarismo y la democracia. Llevamos las lecciones de estas experiencias, tanto malas como buenas, al futuro. Como una advertencia universal, así como una inspiración para actuar por el bien común, por el bienestar de nuestra región y de toda la Europa integrada.

También es importante la descripción de Europa Central en términos de valores. Al pertenecer, desde hace más de mil años, al círculo de la civilización occidental, compartimos sus fundamentos ideológicos. Milan Kundera retrató sugestivamente a Europa Central, llamándola un “Occidente secuestrado”, es decir, una parte de la comunidad cultural occidental que, contra su voluntad, cayó bajo el dominio soviético-imperial, autoritario, incapaz de una gestión racional. Sin embargo, cabe señalar que nuestro compromiso con los valores que han construido la cultura europea no es irreflexivo. Conocemos, quizás mejor que otros, el alto precio que hay que pagar por su defensa. Somos conscientes de que es necesario cultivar y conciliar la libertad con la responsabilidad, los derechos con los deberes, el individualismo con la solidaridad, la actitud de crítica, innovación y modernización con el cuidado del patrimonio y las tradiciones que definen nuestra identidad.

En la antesala del histórico quiebre de 1989, Timothy Garton Ash escribió que la idea de Europa Central aparta al mundo occidental de los hábitos de pensamiento de la guerra fría y pone a prueba los conceptos y prioridades establecidos, pero a cambio tiene algo nuevo que ofrecer. Esta opinión parece ser también válida hoy, cuando la participación de los países de Europa Central en la UE y la OTAN es una parte importante y consolidada del orden europeo y atlántico, y cuando nuestra región, que goza de un fuerte crecimiento económico, ha dado un importante salto en materia de civilización. También hoy, la idea de Europa Central todavía lleva consigo dinamismo y contenido positivo. Si tuviera que presentar brevemente el rostro contemporáneo de Europa Central, incluida Polonia como el país más grande de la región, diría: una comunidad de éxito y, al mismo tiempo, una comunidad de aspiraciones.

Europa Central es un excelente ejemplo de la poderosa y creativa fuerza que es la libertad. La libertad, cuyas hermanas son la libertad económica, el emprendimiento y el autogobierno. Ellos abren espacio para la realización de audaces anhelos y aspiraciones. Con la libertad llega el desarrollo. Las tres décadas que han pasado desde la caída del comunismo y el giro iniciado en nuestra región por el movimiento polaco de Solidaridad es una historia de un gran éxito económico, avance social y de la civilización que rara vez ha acontecido en la historia del mundo en tan corto tiempo. Polonia y toda la Europa Central constituyen un fascinante testimonio de las posibilidades que ofrece la libertad.

También podemos servir de inspiración con respecto a los efectos positivos de la cooperación, iniciativas y emprendimientos conjuntos. Es gracias a ellos que Europa Central dejó de ser, como en tiempos desventurados para nosotros, un espacio periférico entre Occidente y Oriente, entre potencias imperiales, convirtiéndose en una estructura conectada por múltiples vínculos, consciente de sus intereses e influyente en el curso de los asuntos europeos. Hemos logrado la emancipación de Europa Centro-Oriental, somos actores de procesos políticos y de civilización.

Quiero llamar su atención sobre tres importantes espacios de cooperación centroeuropea, importantes no solo regionalmente, sino también a nivel europeo, atlántico e incluso global. El primero de ellos es el Grupo de Visegrado, que cuenta con la experiencia más larga y reúne a Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría. Fundado en 1991, como una plataforma para el diálogo político y la coordinación de los esfuerzos para conseguir la membresía de la OTAN y la Unión Europea, ha demostrado ser útil también después de haber alcanzado esas metas estratégicas. Hoy es uno de los factores más importantes para activar la cooperación regional en Europa Central y el acuerdo en los asuntos europeos.

El segundo de estos espacios corresponde a los “Nueve de Bucarest” (B9). A esta estructura pertenecen los países del flanco oriental de la OTAN: Polonia, Rumanía, Lituania, Letonia, Estonia, Hungría, Eslovaquia, República Checa y Bulgaria. Se estableció en el año 2015 en Bucarest, donde firmamos una declaración conjunta de unir esfuerzos para garantizar, cuando fuera necesario, una “presencia militar fuerte, creíble y sostenible” de la OTAN en la región. El B9 es en gran parte una respuesta a la agresiva política de Rusia, a la violación de las fronteras e integridad territorial de la vecina Ucrania, que representa una amenaza para la seguridad regional y atlántica. No pretendemos ser simples observadores.

El tercer espacio de cooperación es la Iniciativa de los Tres Mares, emprendida por mí en conjunto con la Presidente de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarović en 2015. Este grupo está integrado por países ubicados entre los mares Báltico, Adriático y Negro: Austria, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y Hungría. El objetivo es la inversión conjunta en infraestructura, transporte, energía y nuevas tecnologías, para estimular el desarrollo de nuestros países y contribuir a la cohesión de la Unión Europea. Al mirar el mapa de los vínculos económicos en la UE, vemos una ventaja significativa de los flujos horizontales en el eje Oeste-Este sobre los flujos verticales en el eje Norte-Sur. Se trata de los flujos de personas, bienes, servicios y capital, como también de la red de infraestructura: carreteras, ferrocarriles, hubs, ductos, líneas energéticas e informáticas. Los Tres Mares, un proyecto que busca dar mayor peso estructural a esta parte de Europa, tiene por objeto completar los “andamios” faltantes y gracias a ello, la integración de nuestra región y de toda la UE será fortalecida. La participación en la Iniciativa de los Tres Mares, junto a los capitales provenientes de la Unión Europea, de inversionistas estadounidenses, chinos y de otras regiones del mundo, significa una diversificación saludable de beneficios e interdependencia mutua.

Ésta es la imagen actual y la visión futura de Europa Central como una comunidad de activismo, éxito y ambiciosas aspiraciones. Hemos recorrido un largo y exitoso camino. De una región que durante mucho tiempo apenas si existió en la mente de los actores de la escena mundial (“en Polonia, o sea, en ninguna parte”, como declaró Alfred Jarry a finales del siglo XIX), a una región que es una de las áreas de más dinámico desarrollo en el mundo y que aspira a la categoría de centro de civilización. Europa Central - ¿nomen omen?. Los invitamos a participar en esta fascinante aventura.

Texto publicado igualmente en la revista mensual de opinión “Wszystko Co Najważniejsze” en el marco del proyecto “La Década de Europa Central” realizado con la Bolsa de Valores de Varsovia.

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