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Regreso

¡Auxilio! Diplomáticos polacos y la acción de ayuda a la población judía durante la Segunda Guerra Mundial

25.03.2021

Autor del texto: Marek Pernal

Grupo de Ładoś

Una época de desafíos sin precedentes

La Segunda Guerra Mundial creo una amenaza mortal para millones de personas, cuestionó los valores de la civilización moderna, socavó las tradiciones y los lazos sociales y destruyó para siempre muchos bienes culturales invaluables. Entre las tragedias que trajo consigo, una ocupa un lugar particular. La tragedia del pueblo judío, condenado al exterminio por los ideólogos del fascismo alemán, no se puede comparar con la situación de ninguna otra comunidad de la Europa ocupada. La persecución antijudía, que apareció en Alemania ya a mediados de la década de 1930, se convirtió tras el estallido de la guerra en una práctica presente en todos los países ocupados o dominados por el Tercer Reich. La situación en la Polonia ocupada por los alemanes fue extremadamente trágica. Polonia antes de 1939 estaba habitada por 3,5 millones de judíos, la concentración de creyentes judíos más numerosa de Europa y la segunda comunidad judía más grande del mundo, después de Estados Unidos. Aquí, en tierras polacas, el genocidio nazi se manifestó como una verdadera industria de la muerte en forma de los más grandes campos de concentración y exterminio alemanes.

 

Después del estallido de la guerra, solo unos pocos judíos lograron salir de Polonia en la ola de refugiados de septiembre. En las áreas ocupadas por el Tercer Reich, los miembros de la comunidad judía, definida conforme a los criterios raciales de las Leyes de Núremberg, fueron privados de todos los derechos ciudadanos y civiles, obligados a vivir en guetos, severamente castigados por violar las normas discriminatorias y expuestos a la muerte diaria. A partir de 1941, fueron objeto del exterminio sistemático establecido en 1942 en el plan de exterminio total de los judíos europeos. Hasta el año 1945, cerca de 3 millones de ciudadanos polacos de origen judío habían perdido la vida en los campos y guetos alemanes. En los territorios ocupados por la URSS, los judíos constituían una parte significativa de los al menos 380.000 ciudadanos polacos deportados a lo profundo de la Unión Soviética entre 1939 y 1941.

 

Desde los primeros días de la guerra, los polacos de origen judío que lograron huir al extranjero recibieron ayuda de los servicios consulares polacos, en los mismos términos establecidos para todos los ciudadanos polacos. Las representaciones diplomáticas polacas les expedían documentos de identidad y proporcionaban la ayuda organizativa, material y financiera disponible. Sin embargo, con el paso del tiempo y la intensificación de las represiones antijudías en Polonia y otros países europeos ocupados, la cuestión de ayudar a los judíos en riesgo de exterminio adquirió un significado especial para muchas de las misiones diplomáticas polacas.

Modus operandi

¿En qué circunstancias se dio la participación de los diplomáticos polacos en la operación de pasaportes? En 1940, surgió información según la cual los judíos de la Polonia ocupada que tenían ciudadanía de países neutrales, podían contar con un mejor trato por parte de los alemanes. Por algún tiempo fueron eximidos de ciertas regulaciones administrativas, como el uso de brazaletes con la Estrella de David y la realización de trabajos forzados. En la “Gaceta Judía” del Gobierno General de los territorios polacos ocupados, se hizo mención a la posibilidad de viajar a Brasil, Chile y Shanghái. Esa posibilidad la tendrían las personas con pasaportes que confirmaran que disponían de otra ciudadanía. En Varsovia y Cracovia se establecieron oficinas dedicadas a mediar en los contactos con los familiares extranjeros de las personas que querían salir del país. Las familias que vivían en el extranjero con grandes dificultades compraban por sí mismas los pasaportes para sus familiares y los enviaban a Polonia.

 

En 1942, los diplomáticos de la misión polaca en Berna, Ryniewicz y Rokicki, se dirigieron al exdiputado polaco de origen judío Abraham Silberschein del Comité de Asistencia “RELICO” establecido en Ginebra, con una propuesta para llevar a cabo acciones que permitieran el empleo de pasaportes de países latinoamericanos para ayudar a un grupo más grande de personas, no solo de las que permanecían en la Polonia ocupada, sino también en los Países Bajos y otros países ocupados por los alemanes. Los primeros arreglos probablemente fueron realizados por Icchak Sternbuch y Juliusz Kühl. El plan de involucrar a la misión polaca en la operación fue aceptado por Aleksander Ładoś (jefe de la legación polaca), resignando diplomáticamente de pedir el consentimiento del Gobierno en Londres.

 

La idea de la operación era expedir pasaportes falsos a judíos, con el fin de que estos pudieran acreditar una ciudadanía extranjera ante las autoridades alemanas. Ryniewicz, Rokicki y Kühl se encargaron de obtener los pasaportes de manos de, cercanos a ellos, cónsules honorarios de países de América Central y del Sur en la capital suiza. El principal proveedor fue inicialmente el cónsul de Paraguay, Rudolf Hügli, quien a cambio de un pago, proporcionaba a Kühl pasaportes en blanco. Los pasaportes eran llenados por Rokicki (solo unos pocos de los varios cientos de ejemplares encontrados tenían la impronta de otra mano), utilizando datos personales y fotografías entregadas por Silberschein y Eiss. Los formularios llenados por Rokicki eran devueltos a Hügli, quien les ponía su firma y sello. Silberschein enviaba fotocopia de los documentos así preparados por correo postal a su destinatario a la dirección indicada en Polonia. Por cada pasaporte, Hügli recibía entre 500 y 2.000 francos suizos (a modo de comparación, el salario mensual de Ładoś como jefe de la legación polaca era de 1.800 francos). Para una gran cantidad de personas, también se prepararon y enviaron certificados que corroboraban la ciudadanía paraguaya sin el diligenciamiento del formulario de pasaporte.

 

Otro método de operación fue adoptado por cónsules de otros países, como Honduras, Haití, El Salvador y Perú, quienes rellenaban por sí mismos los documentos con los datos proporcionados por Silberschein. La legación polaca en Berna era informada de estas operaciones. Los destinatarios de pasaportes o copias de pasaportes y otros certificados que confirmaban o prometían la ciudadanía extranjera, conocidos como promesas, podían contar con no ser transportados por los alemanes a campos de concentración, sino que serían puestos, como extranjeros, en campos de internamiento.

 

Una de las primeras operaciones exitosas de entrega de pasaportes falsificados tuvo lugar en el otoño de 1941. Gracias a la entonces “obtenida” ciudadanía paraguaya, un grupo de judíos internados fue trasladado, a principios de 1943, desde Polonia a los campos de Tittmoning en Baviera y Vittel en Francia. Algunos de ellos fueron canjeados por prisioneros de guerra alemanes internados por los aliados. La operación de producir pasaportes adquirió un significado especial después de mayo de 1943, cuando fue sofocado el levantamiento del gueto de Varsovia. Himmler, quien estaba al frente de las SS y la policía alemana, emitió una orden para acelerar el exterminio de los cerca de 300.000 judíos que seguían vivos y liquidar todos los guetos de Polonia. Infortunadamente, muchos de los documentos producidos en Berna no llegaron a tiempo. Después de la liquidación del gueto de Varsovia, a la oficina de correos ubicada en la calle Zamenhof seguían llegando cartas de Suiza con documentos que certificaban la ciudadanía de países sudamericanos, de personas que murieron durante el levantamiento o fueron llevadas a Treblinka. Los documentos suizos se convirtieron entonces en objeto de tráfico de informantes de la Gestapo, que engañaban a judíos esperanzados en sobrevivir. De las 2.000 personas que, con la esperanza de obtener un certificado salvífico, se reunieron en el Hotel Polski de Varsovia y pagaron generosamente por su “rescate”, casi todas fueron enviadas en la primera mitad de julio de 1943, al campo de concentración de Bergen-Belsen o trasladadas a Pawiak.

 

A fines de 1943, la operación de producción de pasaportes comenzó a extinguirse. El motivo fue, por un lado, la muerte repentina de Chaim Eiss y las complicaciones de ella resultantes: la falta de acceso a los datos personales de los posibles destinatarios. Por otro lado, la acción de las autoridades de países sudamericanos que, alertados por Berlín, cerraron varios de sus consulados en Suiza o revocaron los poderes de los cónsules involucrados en la operación de los pasaportes. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania también comenzó a verificar la autenticidad de los documentos con los que se identificaban los judíos tratados como extranjeros. Después de que se cuestionara la autenticidad de los pasaportes “suizos”, en la primavera de 1944, los judíos previamente recluidos en campos de internamiento en Vittel y Compiègne fueron transportados a Auschwitz y Bergen-Belsen.

 

Tras desenmascarar numerosos documentos falsificados, Ładoś solicitó varias veces al Ministerio de Relaciones Exteriores polaco intervenir ante los gobiernos de los países sudamericanos, para que ante el estado de necesidad reconocieran la validez de los pasaportes producidos por el “Grupo de Berna” y así proteger a sus “ciudadanos” de la deportación. Estas acciones contaron con el apoyo de la diplomacia de los Estados Unidos y la Santa Sede, pero lamentablemente arrojaron pocos resultados. La autenticidad de los pasaportes fue reconocida por las autoridades chilenas y paraguayas, pero los alemanes ya habían alcanzado a llevar a los titulares de estos documentos a los campos de concentración. Los recluidos en Auschwitz murieron, pero al parecer, en Bergen-Belsen, poco antes de la liberación del campo, todavía había más de 1.100 titulares de pasaportes del “Grupo Ładoś”.

 

Se desconoce el balance exacto de la operación de rescate llevada a cabo por los diplomáticos polacos en Berna mediante el uso de pasaportes sudamericanos. Con base en diversas fuentes, se puede hacer diferentes estimaciones. Cada uno de los al menos 1056 pasaportes paraguayos, escritos a mano por el cónsul Konstanty Rokicki, llevaba los nombres de dos personas en un promedio. Por tanto, los documentos habrían protegido al menos a 2.100 personas. Además, se prepararon certificados de ciudadanía paraguaya para varios miles de judíos, sin la expedición de pasaportes.

 

Según un informe de Silberschein de enero de 1944, las acciones del “Grupo de Berna” permitieron el rescate de unos 10.000 judíos de la deportación a los campos de exterminio alemanes.

 

Según los datos contenidos en un documento preparado a finales de julio de 1944, para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia en Londres, en Berna se emitió una suma cercana a los 4.000 pasaportes para judíos polacos. Un número aproximado de 3.000 pasaportes fue emitido por el consulado de El Salvador, entre 400 y 500 pasaportes el consulado de Honduras, entre 200 y 250 pasaportes el consulado de Paraguay, cerca de 100 pasaportes el consulado del Perú, de 10 a 15 pasaportes el consulado de Haití, 10 pasaportes Costa Rica al igual que Chile, y varios pasaportes los consulados de Venezuela, Nicaragua y Ecuador. Los investigadores plantean la hipótesis de que las cifras dadas pueden no reflejar la realidad, ya que teniendo en cuenta solo los pasaportes paraguayos producidos desde el comienzo de la operación y que han sido encontrados hasta ahora, suman más de 1.000.

 

Según los datos recopilados recientemente por el Instituto Pilecki, en la lista de personas que recibieron pasaportes o certificados de ciudadanía elaborados por el “Grupo Ładoś”, hay 2.987 nombres (estado de las investigaciones al 24 de octubre de 2019). Los datos recopilados también incluyen a 275 miembros sin identificar de los grupos familiares. Según el Instituto, aún se desconocen los nombres de 5.000 a 7.000 titulares de pasaportes falsificados. ¿Cuántos judíos se salvaron con los documentos de Suiza? Según las conclusiones de la Embajada de Polonia en Berna, hay 330 nombres de titulares de pasaportes de Paraguay en la lista de los que se salvaron de la muerte. Teniendo en cuenta el gran número de destinatarios desconocidos de documentos falsificados, el grupo de “paraguayos” salvados debe estimarse en 700-800 personas. El número de “ciudadanos” de Honduras, Haití y otros países latinoamericanos librados de la muerte debería ser similar. El embajador Jakub Kumoch estima el número total de judíos protegidos efectivamente contra el exterminio, gracias a las acciones de los diplomáticos polacos, incluso en 2.000.

 

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