Celebración con motivo del Día de la Independencia de la República de Polonia con la participación de Polacos residentes en Panamá.
17.11.2022
El 16 de noviembre, el Embajador de Polonia en Panamá, SE. Leszek Biały, se reunió con la colonia polaca en Panamá para celebrar el Día de la Independencia. Durante la reunión, a la que también asistieron otros funcionarios de la embajada, incluida la Cónsul de la República de Polonia, Sra. Agnieszka Pawluk, los invitados reunidos recordaron el turbulento camino de la nación polaca hacia la libertad.
Gracias a todos los que nos acompañaron.
Le invitamos a leer el discurso del Embajador Leszek Biały con motivo de la celebración del Día de la Independencia de Polonia:
Damas y caballeros,
Queridos amigos,
Estoy muy contento de que después de una pausa de dos años causada por el Covid-19 podamos encontrarnos para celebrar juntos el Día de la Independencia de Polonia.
Hace 104 años, el 11 de noviembre de 1918, Polonia recuperó su independencia, que perdió a fines del siglo XVIII, cuando fue dividida por tres vecinos agresivos: Rusia, Prusia y Austria.
Después de las particiones, Polonia, uno de los estados europeos más antiguos, que había funcionado soberanamente durante más de ochocientos años, llegando a ser una de las mayores potencias del viejo continente en los siglos XVI y XVII, desapareció de los mapas del mundo por 123 años. No sólo la nación polaca fue cautiva, sino también los pueblos lituano, ucraniano y bielorruso, que juntos formaron aquel estado multinacional, donde coexistieron pacíficamente diferentes, religiones, lenguas y culturas, formando una especie de prefiguración de la actual Unión Europea.
Durante 123 años, los polacos intentaron de diversas formas construir su autonomía en cautiverio, lucharon por la libertad en numerosos levantamientos, pero solo la Primera Guerra Mundial creó las condiciones geopolíticas para la reconstrucción de su estado soberano e independiente.
Renacido en 1918, el país, mucho más mono-étnico y con fronteras cambiadas, tuvo que enfrentarse desde el principio a amenazas tanto del este como del oeste. Ni la Rusia revolucionaria, ni Alemania aceptaron la independencia de Polonia.
Ya en 1920, el Ejército Rojo estaba a las puertas de Varsovia. Al mismo tiempo, la propaganda alemana escribía que Polonia era solo un país estacional. El destino de la Segunda República Polaca parecía sellado. Y sin embargo sucedió de otra manera. El ejército de Józef Piłsudski repelió el ataque bolchevique y salvó no solo a Polonia, sino a toda Europa.
También en las décadas siguientes, la historia no ahorró a Polonia más tragedias y dramas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Polonia fue atacada por dos lados por el Tercer Reich nazi y la Unión Soviética estalinista, aliados entre sí, y desapareció del mapa nuevamente durante 6 años, perdió la mitad de su territorio anterior a la guerra y alrededor de 6 millones de sus ciudadanos a la vez que sufrió pérdidas materiales y culturales estimadas hoy en día en unos seis trillones de dólares.
Y aunque desde el primero hasta el último día de esta guerra, los polacos lucharon contra la Alemania nazi en todos sus frentes y fueron los miembros más antiguos de la coalición anti-Hitler, después de la Segunda Guerra Mundial su país se encontró de nuevo, esta vez por medio siglo - bajo dominación rusa, o más bien soviética. En este estado duró hasta 1989, cuando, como resultado de una combinación de varios factores geopolíticos, entre los cuales destacaba un movimiento anticomunista masivo de sindicatos polacos independientes "Solidaridad", con más de 10 millones de miembros, el sistema soviético de esclavitud y terror se derrumbó como un castillo de naipes y Polonia y otros países del Este europeo recuperaron su plena libertad y soberanía.
Durante los últimos treinta años, la Polonia libre y soberana ha logrado un progreso económico y social increíble, convirtiéndose en miembro de la Unión Europea y la OTAN al mismo tiempo. Baste decir que, durante estas tres décadas, el único país del mundo que se desarrolló más rápido que Polonia fue China, y desde el nivel de pobreza poscomunista en el que estábamos atrapados en 1989, llegamos a 80% de la riqueza media de la Unión Europea, por delante de miembros de la "vieja Unión" como Grecia o Portugal, que nunca en su historia han experimentado los devastadores absurdos de la economía comunista.
En los últimos 30 años, no solo nos hemos vuelto mucho más ricos, sino que también nos hemos acostumbrado al hecho de que somos libres, independientes, seguros y disfrutamos de la democracia y todos los derechos humanos y civiles sin ningún obstáculo. La mayoría de nosotros también hemos creído que este es un estado normal y obvio, que no requiere ningún esfuerzo de nuestra parte, y que solo puede mejorar.
Desafortunadamente, el hecho de que nada en este mundo se da de una vez por todas -incluyendo la libertad, la independencia, la soberanía, la democracia, la seguridad y los derechos humanos y civiles- nos lo recordó dolorosamente la agresión de la Rusia de Putin contra Ucrania y la guerra sangrienta y extremadamente cruel que se desarrolla a nuestras puertas desde hace 9 meses.
En esta guerra, Polonia está definitivamente del lado de Ucrania, no solo porque la solidaridad con la víctima es un imperativo moral elemental, sino también porque es Ucrania -al igual que Polonia en 1920- la que hoy defiende contra la barbarie el derecho internacional, la civilización occidental, la democracia y las normas éticas básicas.
La guerra desatada por Rusia es la más grande y sangrienta de Europa desde la Segunda Guerra Mundial y, como sucedió con la Segunda Guerra Mundial, el objetivo de quienes la iniciaron no era solo conquistar y explotar a otros países, sino también imponer a un mundo libre y democrático un nuevo orden totalitario en que el destino de las sociedades y de los individuos no esté determinado por la fuerza de la ley, sino por la ley de la fuerza.
Esperemos todos que, al igual que la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Ucrania, gracias a la solidaridad del mundo libre, termine en una derrota completa y humillante del agresor.
Para terminar, me gustaría desearles a todos Ustedes mucha prosperidad y muchos éxitos, tanto en su vida profesional como personal. Me gustaría también satisfacer su curiosidad sobre por qué no está con nosotros la cónsul Agnieszka Pawluk, con quien, de todos los funcionarios de nuestra Embajada, tienen obviamente más contacto. Bueno, la Sra. Agnieszka tuvo que volar a Varsovia hace unos días por una muy buena razón para nosotros, a saber, recibir de manos del jefe del servicio exterior polaco una estatuilla especial y diplomas de honor para nuestra Embajada por organizar el mejor evento relacionado con el "Día Mundial de la Bicicleta" entre todas las misiones diplomáticas polacas del mundo. Muchas gracias a los que han participado en aquel evento porque son Ustedes coautores de este éxito. La cónsul Agnieszka Pawluk debería estar aterrizando en el aeropuerto de Tocumen a esta hora, así que espero que pueda unirse a nosotros.
Y ahora, si me permiten, me gustaría hacer un brindis:
¡Viva Polonia! ¡Viva Panamá! ¡Vivan todos los países amigos representados en esta sala!
Embajador Leszek Biały